Novena al Espíritu Santo.

Es “El Gran Desconocido” según algunos Doctores de la Iglesia.


San Luis María Grignion de Montfort decía que el Antiguo Testamento era dedicado al Padre Eterno, el Nuevo Testamento a Nuestro Señor Jesucristo; y el Reino de María – que será el Reino de la Verdad – al Espíritu Santo.

Pues, ya llegó la hora de que este “Gran Desconocido” sea conocido, pues es la hora del Triunfo del Reino del Sapiencial e Inmaculado Corazón de María.

Es por eso que les invito a rezar esta Novena pidiendo por intermedio de la Santísima Virgen María los Siete Dones del Espíritu Santo, para transformar nuestras vidas y vivir según la Verdad.

Decía el Dr. Plinio, que cuando un alma resuelve corresponder a la gracia de Dios, al soplo del Espíritu Santo, surgen grandes maravillas en la Historia.

Día 1

Oración inicial

Secuencia de la Misa de Pentecostés

Ven Espíritu Santo, envía tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus Siete Dones según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.
Amén.

V/ Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles.
R/ Y enciende en ellos el fuego de tu amor.
V/ Envía tu Espíritu Santo creador.
R/ Y renovarás la faz de la tierra.
V/ Oremos: ¡Oh Dios! Tú has instruido los corazones de tus fieles enviándoles la luz de tu Espíritu Santo. Concédenos, por el mismo Espíritu, valorar rectamente las cosas y disfrutar siempre de su ayuda. Por Cristo Nuestro Señor.
R/ Amén.

Oración por los Siete Dones del Espíritu Santo:
Oh, Señor Jesucristo, que antes de ascender al Cielo prometiste enviar al Espíritu Santo, para completar tu obra en las almas de tus Apóstoles y discípulos, dígnate concederme el mismo Espíritu Santo para que Él perfeccione en mi alma la obra de tu gracia y de tu amor.

Concédeme:

El Espíritu de Sabiduría, para que pueda despreciar las cosas perecederas de este mundo y aspirar sólo a las cosas que son eternas.

Márcame, amado Señor, con la señal de tus verdaderos discípulos y anímame en todas las cosas con tu Espíritu. Amén.


Día Primero: Los siete dones del Espíritu Santo

Ven Espíritu Santo, visítame y llena con tu gracia divina, mi corazón que tú has creado. Ven y reposa sobre mí, Espíritu de sabiduría y entendimiento, Espíritu de consejo y fortaleza, Espíritu de ciencia, de piedad y de temor de Dios.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Oración Final:
Os suplicamos, oh Madre, que de lo alto del Cielo desciendan sobre vuestros hijos vuestras bendiciones maternales. Como los discípulos de Emaús al Divino Redentor, nosotros os pedimos que esas bendiciones permanezcan con nosotros, porque anochece sobre el mundo. A cada instante, a cada angustia y necesidad, que ellas nos ayuden a mantener la más entera y filial confianza en Vos. Madre y Señora nuestra, en esta emergencia, realizad por nosotros todo lo que de solicitud, desvelo y misericordia hacéis con los hijos que os piden con verdadera confianza. Oh Madre, nosotros os amamos, en Vos creemos y esperamos. Imploramos vuestro perdón por los que no creen, no esperan y no os aman. Amén.
(Compuesta por el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira, en abril de 1980)

 

Día 2

Oración inicial

Secuencia de la Misa de Pentecostés

Ven Espíritu Santo, envía tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus Siete Dones según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.
Amén.

V/ Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles.
R/ Y enciende en ellos el fuego de tu amor.
V/ Envía tu Espíritu Santo creador.
R/ Y renovarás la faz de la tierra.
V/ Oremos: ¡Oh Dios! Tú has instruido los corazones de tus fieles enviándoles la luz de tu Espíritu Santo. Concédenos, por el mismo Espíritu, valorar rectamente las cosas y disfrutar siempre de su ayuda. Por Cristo Nuestro Señor.
R/ Amén.

Día Segundo: El don de Sabiduría

Espíritu Santo, concédeme el don de sabiduría, para que guste cada vez más de las cosas divinas, y abrasado en el fuego de vuestro amor, prefiera con alegría las cosas del cielo a todo cuanto es mundano y me una para siempre a Jesús, sufriendo en este mundo por amor a Él. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Oración Final:
Os suplicamos, oh Madre, que de lo alto del Cielo desciendan sobre vuestros hijos vuestras bendiciones maternales. Como los discípulos de Emaús al Divino Redentor, nosotros os pedimos que esas bendiciones permanezcan con nosotros, porque anochece sobre el mundo. A cada instante, a cada angustia y necesidad, que ellas nos ayuden a mantener la más entera y filial confianza en Vos. Madre y Señora nuestra, en esta emergencia, realizad por nosotros todo lo que de solicitud, desvelo y misericordia hacéis con los hijos que os piden con verdadera confianza. Oh Madre, nosotros os amamos, en Vos creemos y esperamos. Imploramos vuestro perdón por los que no creen, no esperan y no os aman. Amén.
(Compuesta por el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira, en abril de 1980)

Día 3

Oración inicial

Secuencia de la Misa de Pentecostés

Ven Espíritu Santo, envía tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus Siete Dones según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.
Amén.

V/ Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles.
R/ Y enciende en ellos el fuego de tu amor.
V/ Envía tu Espíritu Santo creador.
R/ Y renovarás la faz de la tierra.
V/ Oremos: ¡Oh Dios! Tú has instruido los corazones de tus fieles enviándoles la luz de tu Espíritu Santo. Concédenos, por el mismo Espíritu, valorar rectamente las cosas y disfrutar siempre de su ayuda. Por Cristo Nuestro Señor.
R/ Amén.

Día Tercero: El don de Entendimiento

Espíritu Santo, concédeme el don de entendimiento, para que, iluminado por la luz celestial de tu gracia, entienda bien las verdades sublimes de la salvación y la doctrina de la santa religión católica.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Oración Final:
Os suplicamos, oh Madre, que de lo alto del Cielo desciendan sobre vuestros hijos vuestras bendiciones maternales. Como los discípulos de Emaús al Divino Redentor, nosotros os pedimos que esas bendiciones permanezcan con nosotros, porque anochece sobre el mundo. A cada instante, a cada angustia y necesidad, que ellas nos ayuden a mantener la más entera y filial confianza en Vos. Madre y Señora nuestra, en esta emergencia, realizad por nosotros todo lo que de solicitud, desvelo y misericordia hacéis con los hijos que os piden con verdadera confianza. Oh Madre, nosotros os amamos, en Vos creemos y esperamos. Imploramos vuestro perdón por los que no creen, no esperan y no os aman. Amén.
(Compuesta por el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira, en abril de 1980)

Día 4

Oración inicial

Secuencia de la Misa de Pentecostés

Ven Espíritu Santo, envía tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus Siete Dones según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.
Amén.

V/ Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles.
R/ Y enciende en ellos el fuego de tu amor.
V/ Envía tu Espíritu Santo creador.
R/ Y renovarás la faz de la tierra.
V/ Oremos: ¡Oh Dios! Tú has instruido los corazones de tus fieles enviándoles la luz de tu Espíritu Santo. Concédenos, por el mismo Espíritu, valorar rectamente las cosas y disfrutar siempre de su ayuda. Por Cristo Nuestro Señor.
R/ Amén.

Día Cuarto: El don de Consejo

Espíritu Santo, concédeme el don de consejo, tan necesario en tantos pasos difíciles y melindrosos de la vida, para que escoja lo que más te agrade, siga en todo a tu divina gracia, y socorra a mi prójimo con buenos y cariñosos consejos. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Oración Final:
Os suplicamos, oh Madre, que de lo alto del Cielo desciendan sobre vuestros hijos vuestras bendiciones maternales. Como los discípulos de Emaús al Divino Redentor, nosotros os pedimos que esas bendiciones permanezcan con nosotros, porque anochece sobre el mundo. A cada instante, a cada angustia y necesidad, que ellas nos ayuden a mantener la más entera y filial confianza en Vos. Madre y Señora nuestra, en esta emergencia, realizad por nosotros todo lo que de solicitud, desvelo y misericordia hacéis con los hijos que os piden con verdadera confianza. Oh Madre, nosotros os amamos, en Vos creemos y esperamos. Imploramos vuestro perdón por los que no creen, no esperan y no os aman. Amén.
(Compuesta por el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira, en abril de 1980)

Día 5

Oración inicial

Secuencia de la Misa de Pentecostés

Ven Espíritu Santo, envía tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus Siete Dones según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.
Amén.

V/ Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles.
R/ Y enciende en ellos el fuego de tu amor.
V/ Envía tu Espíritu Santo creador.
R/ Y renovarás la faz de la tierra.
V/ Oremos: ¡Oh Dios! Tú has instruido los corazones de tus fieles enviándoles la luz de tu Espíritu Santo. Concédenos, por el mismo Espíritu, valorar rectamente las cosas y disfrutar siempre de su ayuda. Por Cristo Nuestro Señor.
R/ Amén.

Día Quinto: El don de Fortaleza

Espíritu Santo, concédeme el don de fortaleza, haz que desprecie cualquier respeto humano, huya del pecado, practique la virtud con santo fervor y acepte con paciencia – y aún con alegría de espíritu – los desprecios, perjuicios, persecuciones y la propia muerte, antes que renegar por palabras y por obras a mi amabilísimo Señor Jesucristo. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Oración Final:
Os suplicamos, oh Madre, que de lo alto del Cielo desciendan sobre vuestros hijos vuestras bendiciones maternales. Como los discípulos de Emaús al Divino Redentor, nosotros os pedimos que esas bendiciones permanezcan con nosotros, porque anochece sobre el mundo. A cada instante, a cada angustia y necesidad, que ellas nos ayuden a mantener la más entera y filial confianza en Vos. Madre y Señora nuestra, en esta emergencia, realizad por nosotros todo lo que de solicitud, desvelo y misericordia hacéis con los hijos que os piden con verdadera confianza. Oh Madre, nosotros os amamos, en Vos creemos y esperamos. Imploramos vuestro perdón por los que no creen, no esperan y no os aman. Amén.
(Compuesta por el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira, en abril de 1980)

Día 6

Oración inicial

Secuencia de la Misa de Pentecostés

Ven Espíritu Santo, envía tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus Siete Dones según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.
Amén.

V/ Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles.
R/ Y enciende en ellos el fuego de tu amor.
V/ Envía tu Espíritu Santo creador.
R/ Y renovarás la faz de la tierra.
V/ Oremos: ¡Oh Dios! Tú has instruido los corazones de tus fieles enviándoles la luz de tu Espíritu Santo. Concédenos, por el mismo Espíritu, valorar rectamente las cosas y disfrutar siempre de su ayuda. Por Cristo Nuestro Señor.
R/ Amén.


Día Sexto: El don de Ciencia

Espíritu Santo, concédeme el don de ciencia, para que conozca cada vez más mi propia fragilidad y miserias, la belleza de la virtud y el inestimable valor del alma; y vea claramente para siempre las celadas del demonio, del mundo y de la carne, a fin de poder evitarlas. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Oración Final:
Os suplicamos, oh Madre, que de lo alto del Cielo desciendan sobre vuestros hijos vuestras bendiciones maternales. Como los discípulos de Emaús al Divino Redentor, nosotros os pedimos que esas bendiciones permanezcan con nosotros, porque anochece sobre el mundo. A cada instante, a cada angustia y necesidad, que ellas nos ayuden a mantener la más entera y filial confianza en Vos. Madre y Señora nuestra, en esta emergencia, realizad por nosotros todo lo que de solicitud, desvelo y misericordia hacéis con los hijos que os piden con verdadera confianza. Oh Madre, nosotros os amamos, en Vos creemos y esperamos. Imploramos vuestro perdón por los que no creen, no esperan y no os aman. Amén.
(Compuesta por el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira, en abril de 1980)

Día 7

Oración inicial

Secuencia de la Misa de Pentecostés

Ven Espíritu Santo, envía tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus Siete Dones según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.
Amén.

V/ Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles.
R/ Y enciende en ellos el fuego de tu amor.
V/ Envía tu Espíritu Santo creador.
R/ Y renovarás la faz de la tierra.
V/ Oremos: ¡Oh Dios! Tú has instruido los corazones de tus fieles enviándoles la luz de tu Espíritu Santo. Concédenos, por el mismo Espíritu, valorar rectamente las cosas y disfrutar siempre de su ayuda. Por Cristo Nuestro Señor.
R/ Amén.

Día Séptimo: El don de Piedad

Espíritu Santo, concédeme el don de piedad, el cual me hará delicioso el trato y el diálogo contigo en la oración, haciéndome amar con un íntimo amor a Dios como a mi Padre, a María Santísima como a mi Madre y a todos los hombres como a mis hermanos en Jesucristo. Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Oración Final:
Os suplicamos, oh Madre, que de lo alto del Cielo desciendan sobre vuestros hijos vuestras bendiciones maternales. Como los discípulos de Emaús al Divino Redentor, nosotros os pedimos que esas bendiciones permanezcan con nosotros, porque anochece sobre el mundo. A cada instante, a cada angustia y necesidad, que ellas nos ayuden a mantener la más entera y filial confianza en Vos. Madre y Señora nuestra, en esta emergencia, realizad por nosotros todo lo que de solicitud, desvelo y misericordia hacéis con los hijos que os piden con verdadera confianza. Oh Madre, nosotros os amamos, en Vos creemos y esperamos. Imploramos vuestro perdón por los que no creen, no esperan y no os aman. Amén.
(Compuesta por el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira, en abril de 1980)

Día 8

Oración inicial

Secuencia de la Misa de Pentecostés

Ven Espíritu Santo, envía tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus Siete Dones según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.
Amén.

V/ Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles.
R/ Y enciende en ellos el fuego de tu amor.
V/ Envía tu Espíritu Santo creador.
R/ Y renovarás la faz de la tierra.
V/ Oremos: ¡Oh Dios! Tú has instruido los corazones de tus fieles enviándoles la luz de tu Espíritu Santo. Concédenos, por el mismo Espíritu, valorar rectamente las cosas y disfrutar siempre de su ayuda. Por Cristo Nuestro Señor.
R/ Amén.

Día Octavo: El don de Temor de Dios

Espíritu Santo, concédeme el don de temor de Dios, para que siempre con suma reverencia y profundo respeto me acuerde de tu divina presencia, tiemble como los ángeles ante tu divina majestad, y nada tema tanto como desagradar tus santos ojos. Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Oración Final:
Os suplicamos, oh Madre, que de lo alto del Cielo desciendan sobre vuestros hijos vuestras bendiciones maternales. Como los discípulos de Emaús al Divino Redentor, nosotros os pedimos que esas bendiciones permanezcan con nosotros, porque anochece sobre el mundo. A cada instante, a cada angustia y necesidad, que ellas nos ayuden a mantener la más entera y filial confianza en Vos. Madre y Señora nuestra, en esta emergencia, realizad por nosotros todo lo que de solicitud, desvelo y misericordia hacéis con los hijos que os piden con verdadera confianza. Oh Madre, nosotros os amamos, en Vos creemos y esperamos. Imploramos vuestro perdón por los que no creen, no esperan y no os aman. Amén.
(Compuesta por el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira, en abril de 1980)

Día 9

Oración inicial

Secuencia de la Misa de Pentecostés

Ven Espíritu Santo, envía tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus Siete Dones según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.
Amén.

V/ Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles.
R/ Y enciende en ellos el fuego de tu amor.
V/ Envía tu Espíritu Santo creador.
R/ Y renovarás la faz de la tierra.
V/ Oremos: ¡Oh Dios! Tú has instruido los corazones de tus fieles enviándoles la luz de tu Espíritu Santo. Concédenos, por el mismo Espíritu, valorar rectamente las cosas y disfrutar siempre de su ayuda. Por Cristo Nuestro Señor.
R/ Amén.

Día Noveno: Los doce frutos del Espíritu Santo
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Espíritu Santo, amor eterno del Padre y del Hijo, dígnate concederme tus doce frutos: Haz que mi alma sea tu morada para siempre y mi cuerpo sea tu sagrado templo. Habita en mí y quédate conmigo aquí en la tierra, para que merezca verte eternamente en el Reino de tu gloria. Amén. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Ven Espíritu Santo y envía desde el cielo a mi corazón un rayo de luz que sane mi alma y la inflame con tus dones

Oración Final:
Os suplicamos, oh Madre, que de lo alto del Cielo desciendan sobre vuestros hijos vuestras bendiciones maternales. Como los discípulos de Emaús al Divino Redentor, nosotros os pedimos que esas bendiciones permanezcan con nosotros, porque anochece sobre el mundo. A cada instante, a cada angustia y necesidad, que ellas nos ayuden a mantener la más entera y filial confianza en Vos. Madre y Señora nuestra, en esta emergencia, realizad por nosotros todo lo que de solicitud, desvelo y misericordia hacéis con los hijos que os piden con verdadera confianza. Oh Madre, nosotros os amamos, en Vos creemos y esperamos. Imploramos vuestro perdón por los que no creen, no esperan y no os aman. Amén.
(Compuesta por el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira, en abril de 1980)

 

 

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