LA ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes,y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas.

¿Cómo nació esta oración?

El padre Domenico Pechenino escribe: “No recuerdo el año exacto. Una mañana el Sumo Pontífice León XIII había celebrado la santa misa y estaba asistiendo a otra de agradecimiento, como era habitual. De pronto, le vi levantar enérgicamente la cabeza y luego mirar algo por encima del celebrante. Miraba fijamente, sin parpadear, pero con un aire de terror y de maravilla, demudado. Algo extraño, grande, le ocurría.

Finalmente, como volviendo en sí, con un ligero pero enérgico ademán, se levanta. Se le ve encaminarse hacia un despacho privado. Los familiares le siguen con premura y ansiedad. Le dicen en voz baja: “Santo Padre, ¿no se siente bien? ¿Necesita algo?” Responde: “Nada, nada”. Luego comentaría: «Vi demonios y oí sus crujidos, sus blasfemias, sus burlas. Oí la espeluznante voz de Satanás desafiando a Dios, diciendo que él podía destruir la Iglesia y llevar a todo el mundo al infierno si se le daba suficiente tiempo y poder. Satanás le pidió permiso a Dios de tener 100 años para influenciar al mundo como nunca antes había podido hacerlo». Pudo ver también a San Miguel Arcángel aparecer y lanzar a Satanás con su legiones en el abismo del infierno.

Se encierra en su despacho, y al cabo de media hora hace llamar al secretario de la Congregación de Ritos y, dándole un folio, le manda imprimirlo y enviarlo a todos los obispos diocesanos del mundo. ¿Qué contenía? La oración que rezamos al final de la misa junto con el pueblo, con la súplica a María y la encendida invocación al príncipe de las milicias celestiales, implorando a Dios que vuelva a lanzar a Satanás al infierno”.

En aquel escrito se ordenaba también rezar esas oraciones de rodillas. Lo antes escrito, que también había sido publicado en el periódico La settimana del clero el 30 de marzo de 1947, no cita las fuentes de las que se tomó la noticia. Pero de ello resulta el modo insólito en que se ordenó rezar esa plegaria, que fue expedida a los obispos diocesanos en 1886. Como confirmación de la que escribió el padre Pechenino tenemos el autorizado testimonio del cardenal Nasalli Rocca que, en su carta pastoral para la cuaresma, publicada en Bolonia en 1946, escribe:

“León XIII escribió él mismo esa oración. La frase [los demonios] “que vagan por el mundo para perdición de las almas” tiene una explicación histórica, que nos fue referida varias veces por su secretario particular, monseñor Rinaldo Angeli. León XIII experimentó verdaderamente la visión de los espíritus infernales que se concentraban sobre la Ciudad Eterna (Roma); de esa experiencia surgió la oración que quiso hacer rezar en toda la Iglesia. El la rezaba con voz vibrante y potente: la oímos muchas veces en la basílica vaticana. No sólo esto, sino que escribió de su puño y letra un exorcismo especial contenido en el Ritual romano (edición de 1954, tít. XII, c. III, pp. 863 y ss.). El recomendaba a los obispos y los sacerdotes que rezaran a menudo ese exorcismo en sus diócesis parroquiales. El, por su parte, lo rezaba con mucha frecuencia a lo largo del día”

Oración a San Miguel, para pedir la gracia de ser un perfecto caballero

¡Oh, San Miguel Arcángel!, que desenvainaste vuestra espada en el Cielo para vengar la gloria de Dios y de su Madre Santísima contra los ángeles rebeldes, dadme la gracia de ser, en este auge del poder de las tinieblas, un perfecto caballero de la Caballería Angélica suscitada en nuestros días para combatir al demonio y sus agentes terrenos, e implantar el Reino de María. Con este fin, obtenedme la gracia de tener un espíritu profundo, serio, abnegado, embriagado de fervor por la Contra-Revolución, así como desbordante de odio y de desprecio por la Revolución satánica, igualitaria y gnóstica.

Revista Dr. Plinio – Septiembre de 2018

Consagración a San Miguel

Oh nobilísimo Príncipe de los Ángeles, valeroso guerrero del Altísimo, celoso defensor de la gloria del Señor, terror de los espíritus rebeldes, amor y delicia de todos los Ángeles justos, mi queridísimo Arcángel San Miguel: deseando formar parte del número de tus devotos y siervos, hoy a tí me consagro, me ofrezco y me entrego. Coloco mi persona, mi trabajo, mi familia y todo lo que me pertenece bajo tu poderosísima protección.Es pequeño el ofrecimiento de mi servicio, siendo yo un miserable pecador, pero tú aumentarás el afecto de mi corazón. Acuérdate que de hoy en adelante estoy bajo tu amparo y debes asistirme durante toda mi vida.Alcánzame el perdón para mis numerosos y graves pecados, la gracia de amar a Dios de todo corazón, a mi querido Salvador Jesucristo, a mi Madre Santísima y a todos los hombres, mis hermanos, amados por el Padre y redimidos por el Hijo. Obténme los auxilios que me hacen falta para alcanzar la corona de la eterna gloria. Defiéndeme de los enemigos del alma, especialmente en la hora de la muerte. Oh Príncipe gloriosísimo, ven a asistirme en la última lucha, arroja lejos de mí y precipita en los abismos del infierno al ángel soberbio y prevaricador que un día postraste en combate en el Cielo.En esa hora, San Miguel Arcángel, condúceme ante el trono de Dios para cantar contigo y con todos los Ángeles la alabanza, honor y gloria de Aquel que reina por todos los siglos. Amén. San Miguel Arcángel, defiéndenos en el combate para que no perezcamos en el supremo juicio.

https://es.arautos.org/view/show/612-consagracion-a-san-miguel

Coronilla a San Miguel Arcángel

Resonó entonces el grito de fidelidad de San Miguel en el Cielo: «¿Quién como Dios?»

La Coronilla a San Miguel Arcángel es uno de los ejercicios de piedad más antiguos y difundidos por la devoción popular católica. La Coronilla está divida en nueve partes, y en cada una de ellas el fiel saluda a uno de los coros angélicos: Serafines, Querubines, Tronos, Dominaciones, Virtudes, Potestades, Principados, Arcángeles y Ángeles.

San Miguel ArcángelEl número de los ángeles del Señor es inmenso e incalculable. «¿Por ventura puede contarse el número de su celestial milicia?», pregunta el libro de Job (25,3). Y el profeta Daniel escribió abismado: «Eran millares de millares los que le servían, y mil millones, o innumerables, los que asistían ante su presencia» (Dn 7, 10).

Sin embargo, en medio de la armonía celestial, Lucifer gritó palabras de rebeldía contra Dios: «¡No serviré! Subiré al Cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas subiré, y seré semejante al Altísimo» (cf. Is 14, 13-14).

Resonó entonces el grito de fidelidad de San Miguel en el Cielo: «¿Quién como Dios?»

«¿Quién como Dios?» – Millones de millones de espíritus angélicos repitieron el mismo grito de fidelidad. «¿Quién como Dios?», que en hebreo se dice Mi-ka-el, se transformó en el nombre del primer ángel que se alzó en defensa de Dios: Miguel.

«Hubo una gran batalla en el Cielo» (Ap 12, 7). Lucha entre ángeles y demonios, del bien contra el mal, de la luz contra las tinieblas. «Miguel y sus ángeles lucharon contra el dragón. También lucharon el dragón y sus ángeles» (Ap 12, 7).

Y el gran dragón, que se llama demonio y Satanás, fue precipitado junto con sus ángeles (Ap 12, 8-9) en los abismos tenebrosos del infierno (2 Pe 2, 4).

Y mientras el rebelde serafín fue visto «caer del cielo como un rayo» (Lc 10, 18) y ser condenado al fuego inextinguible, «preparado para el diablo y sus ángeles» (Mt 25, 41), San Miguel se convertía en el «gloriosísimo príncipe de la milicia celestial», como lo designa la liturgia de la Santa Iglesia Católica.

San Miguel también es nuestro ángel protector aquí en la tierra, que nos ayuda en la lucha contra el pecado y por la salvación de las almas. Rezar con frecuencia la Coronilla a San Miguel Arcángel es un excelente medio de invocar la protección y el auxilio del «príncipe de la milicia celestial» en nuestro combate diario «contra los embustes y celadas del demonio».


De acuerdo con una piadosa tradición, el Arcángel San Miguel declaró a una persona devota que le sería grato se pusieran en uso las siguientes oraciones en su honor. La propagación y difusión de esta devoción se debe a una religiosa carmelita del monasterio de Vetralla, diócesis de Viterbo (Italia), muerta en fama de santidad en 1751. El 8 de agosto de 1851 Pío IX concedió indulgencias a la práctica de este piadoso ejercicio.

Estando, de ser posible, delante de una imagen del Santo Arcángel, hacer un acto de verdadera contrición y rezar a continuación devotamente las siguientes salutaciones:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre…

SALUTACIÓN I. Un Padrenuestro y tres Avemarías al primer coro angélico.

Por la intercesión del glorioso Arcángel San Miguel y del coro celestial de los Serafines, suplicamos al Señor nos haga dignos de una llama de perfecta caridad. Amén.

SALUTACIÓN II. Un Padrenuestro y tres Avemarías al segundo coro angélico.

Por la intercesión del glorioso Arcángel San Miguel y del coro celestial de los Querubines, quiera el Señor concedernos la gracia de abandonar el camino del pecado, y de correr por el de la perfección cristiana. Amén.

SALUTACIÓN III. Un Padrenuestro y tres Avemarías al tercer coro angélico.

Por la intercesión del glorioso Arcángel San Miguel y del coro celestial de los Tronos, infunda el Señor en nuestros corazones un espíritu de verdadera y sincera humildad. Amén.

SALUTACIÓN IV. Un Padrenuestro y tres Avemarías al cuarto coro angélico.

Por la intercesión del glorioso Arcángel San Miguel y del coro celestial de las Dominaciones, quiera el Señor concedernos la gracia de poder dominar nuestros sentidos y corregir las pasiones depravadas. Amén.

SALUTACIÓN V. Un Padrenuestro y tres Avemarías al quinto coro angélico.

Por la intercesión del glorioso Arcángel San Miguel y del coro celestial de las Potestades, dígnese el Señor librar nuestras almas de las asechanzas y tentaciones del demonio. Amén.

SALUTACIÓN VI. Un Padrenuestro y tres Avemarías al sexto coro angélico.

Por la intercesión del glorioso Arcángel San Miguel y del coro celestial de las Virtudes, no permita el Señor que caigamos en las tentaciones, sino que nos libre de todo mal. Amén.

SALUTACIÓN VII. Un Padrenuestro y tres Avemarías al séptimo coro angélico.

Por la intercesión del glorioso Arcángel San Miguel y del coro celestial de los Principados, dígnese Dios llenar nuestras almas del espíritu de verdadera y sincera obediencia. Amén.

SALUTACIÓN VIII. Un Padrenuestro y tres Avemarías al octavo coro angélico.

Por la intercesión del glorioso Arcángel San Miguel y del coro celestial de los Arcángeles, quiera el Señor concedernos el don de la perseverancia en la fe y en las buenas obras, para que podamos conseguir la gloria del paraíso. Amén.

SALUTACIÓN IX. Un Padrenuestro y tres Avemarías al noveno coro angélico.

Por la intercesión del glorioso Arcángel San Miguel y del coro celestial de los Ángeles, dígnese el Señor concedernos que nos guarden en la presente vida mortal, y después nos conduzcan a la gloria eterna de los cielos. Amén.

A continuación se rezan cuatro Padrenuestros: el primero a San Miguel, el segundo a San Gabriel, el tercero a San Rafael, y el cuarto a nuestro Ángel Custodio.

Se concluye este ejercicio con la siguiente antífona y oración final:

Antífona. Gloriosísimo Príncipe San Miguel Arcángel, cabeza y jefe de los ejércitos celestiales, depositario de las almas, vencedor de los espíritus rebeldes, doméstico en la real morada de Dios, nuestro guía admirable después de Jesucristo, y de excelencia y virtud sobrehumanas, dignaos librar de todo mal a todos los que acudimos a Vos con confianza, y haced por medio de vuestra protección incomparable que adelantemos cada día en servir fielmente a nuestro Dios.

V. Rogad por nosotros, oh gloriosísimo San Miguel Arcángel, príncipe de la Iglesia de Jesucristo.

R. Para que seamos dignos de alcanzar sus promesas.

Oración. Omnipotente y sempiterno Dios, que con un prodigio de bondad y misericordia para la salvación de todos los hombres, elegisteis por Príncipe de vuestra Iglesia al gloriosísimo San Miguel Arcángel; os suplicamos nos hagáis dignos de que con su benéfica protección nos libre de todos nuestros enemigos, para que ninguno de ellos nos moleste en la hora de nuestra muerte, sino que seamos conducidos por él a la presencia de vuestra divina Majestad. Por los méritos de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Promesas y Beneficios

El Arcángel San Miguel prometió a quien rece la coronilla:

• Enviar un ángel escogido de cada coro angélico para acompañar a los devotos a la hora de la comunión.

Y a quienes reciten estas nueve salutaciones todos los días les asegura que:

• Gozarán de su asistencia continua durante esta vida y también después de la muerte.
• Serán acompañados de todos los ángeles y con todos sus seres queridos, parientes y familiares serán librados del Purgatorio.

https://es.arautos.org/view/show/85402-coronilla-a-san-miguel-arcangel

 

Letanías a San Miguel Arcángel

Autor : Catecismo de la Iglesia Católica

San Miguel, lleno de la gracia de Dios, ruega por nosotros.

Señor, ten piedad de nosotros.

Jesucristo, ten piedad de nosotros.

R/. Señor, ten piedad de nosotros.

V/. Jesucristo, óyenos.

R/. Jesucristo, atiéndenos.

 

Padre Celestial que sois Dios, ten piedad de nosotros.

Hijo redentor del mundo,

Espíritu Santo, que sois Dios,

Santísima Trinidad, que sois un solo Dios,

 

Santa María, Reina de los Ángeles, ruega por nosotros.

San Miguel,

San Miguel, lleno de la gracia de Dios,

San Miguel, perfecto adorador del Verbo Divino,

San Miguel, coronado de honra y de gloria,

San Miguel, poderosísimo príncipe de los ejércitos del Señor,

San Miguel, porta estandarte de la Santísima Trinidad,

San Miguel, guardia del Paraíso,

San Miguel, guía y consolador del pueblo israelita,

San Miguel, esplendor y fortaleza de la Iglesia militante,

San Miguel, honra y alegría de la Iglesia triunfante,

San Miguel, luz de los Ángeles,

San Miguel, baluarte de los Ortodoxos,

San Miguel, fuerza de los que combaten por el estandarte de la Cruz.

San Miguel, luz y confianza de las almas en el último momento de la vida.

San Miguel, socorro certísimo.

San Miguel, nuestro auxilio en todas las adversidades.

San Miguel, arauto de la sentencia eterna.

San Miguel, consolador de las almas que están en el purgatorio.

San Miguel, a quien el señor incumbió de recibir las almas después de la muerte.

San Miguel, nuestro Príncipe.

San Miguel, nuestro Abogado. 

 

 

 Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,

R/. Perdónanos, Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,

R/. Atiéndenos, Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,

R/. Ten piedad de nosotros.

 

 Cristo, óyenos.

R/. Cristo escúchanos.

 

V/. Ruega por nosotros, o glorioso San Miguel, Príncipe de la Iglesia de Jesucristo.

 

R/. Para que seamos dignos de sus promesas.

 

Oremos: Señor Jesús, santificadnos por una bendición siempre nueva, y concedednos, por la intercesión de San Miguel, aquella sabiduría que nos enseña a adjuntar las riquezas en el Cielo, y a cambiar los bienes del tiempo por los de la eternidad. Vos, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

https://es.arautos.org/view/show/2817-letanias-a-san-miguel-arcangel

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