San Judas Tadeo, uno de los santos más populares de la Santa Iglesia, es invocado como el santo de los desesperados y afligidos, patrono de las causas desesperadas y de las causas perdidas
San Judas Tadeo nació en Caná de Galilea, Palestina, hijo de Alfeo (o Cleofás) y María Cleofás.
Su padre, Alfeo, era hermano de San José y su madre, prima hermana de María Santísima. Por lo que Judas Tadeo era primo hermano de Jesús, tanto por el padre como por la madre. Alfeo (Cleofás) era uno de los discípulos a quien Jesús apareció en el camino de Emaús, en el día de la resurrección. María Cleofás, era una de las piadosas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea y que permanecieron al pie de la cruz, en el Calvario, junto a María Santísima.
Judas Tadeo tenía cuatro hermanos: Tiago, José, Simón y María Salomé. Uno de ellos, Tiago, también fue llamado por Jesús para ser apóstol. La relación de la familia de San Judas Tadeo con el propio Nuestro Señor Jesucristo, por lo que se percibe en las Sagradas Escrituras, fue la siguiente:
De los hermanos de él, Tiago fue uno de los doce apóstoles y se convirtió en el primer obispo de Jerusalén. De José, se sabe que era conocido como el Justo. Simón, otro de los hermanos de San Judas fue el segundo obispo de Jerusalén, sucesor de Tiago.
María Salomé, su única hermana, era madre de los apóstoles San Tiago el Mayor y San Juan Evangelista. Él era llamado Tiago el Menor para ser diferenciado del otro apóstol, San Tiago, que, por ser más viejo, era llamado el Mayor.
Es de suponer que hubo mucha convivencia de San Judas Tadeo con su primo Jesús y sus tíos, María y José. Fue seguramente esa fraternal convivencia, además del parentesco muy próximo, que llevó a San Marcos (Mc 6,3) a citar a San Judas Tadeo y sus hermanos como siendo los “hermanos” de Jesús.
Citas en la Biblia
La Biblia habla poco de San Judas Tadeo. Señala, sin embargo, un hecho muy importante: fue elegido a dedo por Jesús, para ser uno de sus apóstoles.
Cuando los evangelios nombran los doce discípulos escogidos, siempre aparecen los nombres de Judas o Tadeo en la relación de los apóstoles.
El nombre de Judas aparece también en los Hechos de los Apóstoles (Hechos 1,13). Además de estas citas, su sobrino San Juan Evangelista (Juan 14,22) lo nombra entre los participantes del colegio apostólico que estaban en el episodio de la Santa Cena, el viernes santo.
Fue en esta oportunidad que, cuando Jesús confió a los Apóstoles las maravillas del amor del Padre y les proporcionó una especial manifestación de sí mismo, que San Judas Tadeo no pudo contenerse y preguntó: “Maestro, ¿por qué razón has de manifestarte sólo a nosotros y no al mundo?” Y fue, entonces, que Jesús le respondió afirmando que habría manifestaciones de Él a todos los que mantuvieran su palabra y permaneciesen fieles en su amor.
En este hecho de la última Cena, San Judas Tadeo demuestra su generosa compasión con todos los hombres.
La vida de San Judas Tadeo
Después que los Apóstoles recibieron el Espíritu Santo en el Cenáculo en Jerusalén, la Iglesia de Dios se expandió, se inició la evangelización de los pueblos.
San Judas Tadeo inició su predicación en Galilea. Después, viajó a Samaría y otras poblaciones judías. Él formó parte del primer Concilio de Jerusalén que fue realizado en el Año 50.
Tiempo después, evangelizó en Siria, Armenia y Mesopotamia (actual Irán), donde consiguió la compañía de otro apóstol, Simón el “zelote”, que ya evangelizaba en Egipto.
La predicación y el testimonio de San Judas Tadeo, fue realizada de modo enérgico y vigoroso. Él atrajo y cautivó a los paganos y pueblos de otras religiones que entonces se convirtieron en gran número al cristianismo.
Su adhesión a Nuestro Señor Jesucristo fue total e incondicional. Llegando a dar testimonio con la donación de su propia vida. Este glorioso Apóstol de Jesús dedicó su vida a la evangelización. Fue incansable en esta tarea, predicando el evangelio y convirtiendo muchas almas. Los paganos, molestos, comenzaron a poner al pueblo en su contra.
San Judas Tadeo y San Simón fueron presos y llevados al templo del sol. Allí, se negaron a renunciar a Jesucristo y a presentar culto a la diosa Diana.
Fue en esta ocasión que San Judas dijo al pueblo: “Porque ya sabéis que estos ídolos que adoráis son falsos, de ellos saldrán los demonios y se quebrarán”. En el mismo instante, dos horribles demonios quebraron todo el templo y desaparecieron. Indignado, el pueblo, incitado por los sacerdotes paganos, se arrojó con furia contra los apóstoles.
San Judas Tadeo fue trucidado por sacerdotes paganos de modo cruel, violento y deshumano.
San Judas Tadeo, apóstol y mártir, es representando en sus imágenes con un libro, que simboliza la palabra de Dios que él anunció, y una alabarda, una especie de hacha, que fue el instrumento utilizado en su martirio.
Sus reliquias actualmente son veneradas en la Basílica de San Pedro, en Roma. Su fiesta litúrgica es celebrada el 28 de octubre, probable fecha de su martirio ocurrida en el año 70.
Epístola de San Judas Tadeo
De acuerdo con la tradición de la Iglesia, San Judas Tadeo es nombrado como el autor de la epístola canónica que trae su nombre. Todo indica que esa carta fue dirigida a los judíos cristianos de Palestina, poco después de la destrucción de la ciudad de Jerusalén, cuando la mayoría de los Apóstoles ya había fallecido. El breve escrito de San Judas Tadeo es una severa advertencia contra los falsos maestros y una invitación a mantener la pureza de la fe.
Se percibe que “La carta de San Judas” fue escrita por un hombre apasionado y preocupado con la pureza de la fe y la buena reputación del pueblo cristiano. El escritor afirma haber querido escribir una carta diferente, pero escuchando los puntos de vista equivocados de falsos profesores de la comunidad cristiana urgía escribir esta carta para alertar a la Iglesia y protegerse contra ellos.
La Epístola
1 Judas, servidor de Jesucristo y hermano de Santiago, a los que fueron llamados a la fe, amados por Dios Padre y guardados en Cristo Jesús. 2 Abunde entre ustedes la misericordia, la paz y el amor. 3 Amadísimos, tenía un gran deseo de escribirles acerca de nuestra común salvación, y me sentí obligado a hacerlo para exhortarlos a luchar por la fe que Dios entregó de una vez para siempre a sus santos. 4 Porque se han infiltrado ciertas personas que ya estaban inscritas para esta condenación, gente impía que hacen de la gracia de nuestro Dios un pretexto para su libertinaje y niegan a nuestro único Dueño y Señor Jesucristo. 5 Quiero recordarles algo que ya saben, y es que el Señor, después de liberar a su pueblo del país de Egipto, intervino por segunda vez para entregar a la muerte a los que no creyeron. 6 Lo mismo hizo con los ángeles que no mantuvieron su dignidad y abandonaron su propia morada: Dios los encerró en cárceles eternas, en profundas tinieblas, hasta que llegue el gran día del Juicio. 7 De igual modo sentenció a Sodoma, Gomorra y las ciudades vecinas que se entregaban a la prostitución y se dejaban llevar por sus instintos; éstas son ahora por su condenación una figura del fuego eterno. 8 Así también estos hombres se dejan llevar por locuras parecidas: envilecen sus cuerpos y desprecian a las autoridades celestiales. 9 El arcángel Miguel, cuando pleiteaba con el diablo disputándose el cuerpo de Moisés, no se atrevió a pronunciar contra él ninguna palabra de insulto, sino que sencillamente dijo: ?¡Que el Señor te reprenda!? 10 En cambio esa gente insulta y desprecia todo lo que no pueden entender, y lo que conocen por instinto, como los animales, lo utilizan para su corrupción. 11 ¡Pobres de ellos! Siguen los pasos de Caín, se extravían por causa del dinero al igual que Balaán y se pierden como el rebelde Coré. 12 Echan a perder las comidas de fraternidad que celebran ustedes, pues no piensan más que en sí mismos y comen desvergonzadamente. Son como nubes arrastradas por el viento que no dan lluvia, árboles que no dan fruto al final del otoño y que ya están muertos antes de ser arrancados de raíz; 13 olas embravecidas del mar que arrojan la espuma de sus vicios; estrellas errantes a las que esperan las tinieblas eternas. 14 El patriarca Henoc, el séptimo después de Adán, dijo de ellos estas palabras: «El Señor viene con miles de ángeles 15 para juzgar a todos. Pedirá cuentas a los que se burlan del bien por todas las veces en que se burlaron y castigará a los pecadores enemigos de Dios por todas las palabras injuriosas que profirieron. 16 Son descontentos y frustrados que sólo tratan de satisfacer sus pasiones; su boca está llena de palabras altisonantes y con ellas quieren impresionar a la gente para su propio provecho. 17 Pero ustedes, amadísimos, recuerden lo que los apóstoles de Cristo nuestro Señor les anunciaron. 18 Ellos les decían que al final de los tiempos aparecerán hombres que se burlarán de Dios y seguirán sus pasiones impías. 19 En la actualidad éstos son los que causan divisiones, no van más allá de lo humano y no tienen el Espíritu. 20 En cambio ustedes, queridos hermanos, construyan su vida sobre los fundamentos de su santísima fe, oren en el Espíritu Santo 21 y manténganse en el amor de Dios, aguardando la misericordia de Jesucristo nuestro Señor, que los llevará a la vida eterna. 22 Muestren comprensión con los que dudan, 23 a unos los salvarán arrancándolos del fuego eterno; con otros deberán actuar con mucho cuidado, sin tocar ni siquiera sus ropas por miedo a la contaminación. 24 Al Dios único, que puede preservarlos de todo pecado y presentarlos alegres y sin mancha ante su propia Gloria, 25 25 al único que nos salva por medio de Cristo Jesús nuestro Señor, a él sea gloria, honor, fuerza y poder desde antes de todos los tiempos, ahora y por todos los siglos. Amén.
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