1º Día (17 de Abril)

Oración Inicial:
¡Oh mi Maestra, sapientísima Madre, del Buen Consejo!
Eis que aquí estoy como vuestro discípulo. Aconsejadme, como disteis vuestros Buenos Consejos a los dichosos Apóstoles, y a los primeros cristianos, que tuvieron la ventura de oírlos personalmente de Vos. Hacedme dócil a vuestras santas enseñanzas, para que yo sea un discípulo perfecto, y predilecto de vuestro Corazón, oh queridísima Madre del Buen Consejo. Amén.

“Una promesa a la Santa Imagen”

La peste se extendía por toda la ciudad de Schiavonia, Italia. Pietro Giorgi, una víctima de la mortal enfermedad, habiendo sido desahuciado por los médicos, oyó de un compañero suyo, que volvía de una visita a la Santa Imagen, estas palabras: “Oh Pietro, ¿porqué no haces una promesa a aquella Santa Imagen milagrosa de Genazzano?” Dirigiendo, entonces, las súplicas a la Virgen, al instante, salió de la cama sano y salvo.


“Inmediatamente quedó libre de aquella fiebre, como si no hubiese tenido ningún mal, y al momento, fuerte y contento, se puso en camino para visitar la Santa Imagen.” En estos términos, para eterna memoria, se registró y firmó la descripción de este milagro.
[Extraído con adaptaciones del Libro “Madre del Buen Consejo” – Mons. João S. Clá Dias, EP.]

† Un consejo para su vida:
“Mirando hacia la imagen de Mater Boni Consilii y viendo al Niño Jesús tan protegido y agarrado a Ella, yo quisiera que comprendieramos como debemos ser así con Nuestra Señora: hijos que saben que la misericordia de Ella no se cansa nunca, que Ella nunca niega su perdón.”

V/ ¡Ruega por nosotros, Madre del Buen Consejo!
R/ Para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
“Ave María” [Tres veces]
[Petición]

Oración Final:
Oh Dios, que nos disteis por Madre, a la misma Madre de Vuestro amado Hijo, e hicisteis lucir su preciosa imagen con portentosa aparición, os suplicamos nos concedáis que, siguiendo sus Buenos Consejos, vivamos según Vuestro Corazón y alcancemos la Bienaventuranza Eterna. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

 

2º Día (18 de Abril)

Oración Inicial:
¡Oh mi Maestra, sapientísima Madre, del Buen Consejo!
Eis que aquí estoy como vuestro discípulo. Aconsejadme, como disteis vuestros Buenos Consejos a los dichosos Apóstoles, y a los primeros cristianos, que tuvieron la ventura de oírlos personalmente de Vos. Hacedme dócil a vuestras santas enseñanzas, para que yo sea un discípulo perfecto, y predilecto de vuestro Corazón, oh queridísima Madre del Buen Consejo. Amén.

“Escútari, surgen las primeras noticias sobre el Fresco”

Escútari es una pequeña ciudad de Albania, incrustada en una escarpada colina. De esta ciudad proviene la primera noticia de la Imagen que sería venerada más tarde, en todo el orbe católico, bajo la invocación de Mater Boni Consilii.


Evangelizada por San Pablo y San Andrés, floreciente de fe en la primitiva Iglesia, Albania tuvo que enfrentar numerosas vicisitudes en su historia: ataques de godos, búlgaros, normandos y eslavos; invasiones de napolitanos, griegos y serbios en el siglo XIII.


Un siglo más tarde, los turcos invadieron la importante ciudad de Kroja, llevándose como rehenes a los cuatro hijos del príncipe albanés. Los jóvenes príncipes sabían que en Escútari, se veneraba una Imagen de Nuestra Señora, cuyo fresco retrataba a la Patrona de sus tierras. Aparecida hacía ya doscientos años, contaban las tradiciones que la Imagen había sido traída de Oriente por ministerio de los Ángeles, en la misma ocasión en que la Casa de la Sagrada Familia se trasladó milagrosamente de Nazaret hasta Loreto, en Italia.


La devoción a la Patrona de Albania les dio perseverancia en la Fe verdadera. Al llegar a la presencia del sultán, pusieron grilletes a los tres hermanos mayores, que, por su desdén en servir al islamismo, fueron envenenados lentamente hasta la muerte. El pequeño Jorge, completó veinte años de cautiverio…


(Continúa el relato en el próximo día de la Novena)


[Extraído con adaptaciones del Libro “Madre del Buen Consejo” – Mons. João S. Clá Dias, EP.]

† Un consejo para su vida:
“Sin la misericordia de Ella, yo no me arreglo. Pero, con la misericordia de Ella, yo alcanzo todo. Por lo tanto, es una oportunidad más de unirme bien a Ella, y rezarle a Ella, pidiéndole esta unión.”

V/ ¡Ruega por nosotros, Madre del Buen Consejo!
R/ Para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
“Ave María” [Tres veces]
[Petición]

Oración para todos los días:
Oh Dios, que nos disteis por Madre, a la misma Madre de Vuestro amado Hijo, e hicisteis lucir su preciosa imagen con portentosa aparición, os suplicamos nos concedáis que, siguiendo sus Buenos Consejos, vivamos según Vuestro Corazón y alcancemos la Bienaventuranza Eterna. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

3º día (19 de abril)

Oración Inicial:
¡Oh mi Maestra, sapientísima Madre, del Buen Consejo!
Eis que aquí estoy como vuestro discípulo. Aconsejadme, como disteis vuestros Buenos Consejos a los dichosos Apóstoles, y a los primeros cristianos, que tuvieron la ventura de oírlos personalmente de Vos. Hacedme dócil a vuestras santas enseñanzas, para que yo sea un discípulo perfecto, y predilecto de vuestro Corazón, oh queridísima Madre del Buen Consejo. Amén.

“Skanderbeg: espada y escudo de la Cristiandad”

El joven príncipe se educó en el arte de la guerra y se granjeó la confianza de Murad II por su bravura y dotes de gobierno. Siendo príncipe de nacimiento lo llamaban Alejandro, el príncipe, Iskander Bey en turco, que después lo cambiaron los albaneses por Skanderbeg.

El Príncipe, como general de los ejércitos otomanos, enfrentaría al valeroso magiar católico Juan Hunyadi. Reclutados a la fuerza, integraban el ejército musulmán muchos católicos que sólo esperaban el momento para liberarse de las garras otomanas. Skanderbeg, más que nadie, abominaba el yugo de los infieles. Discernió en la proyectada invasión de Hungría, el momento providencial para liberarse a sí mismo y a los que quisieran seguirlo.
Ya en plena acción, aprovechándose de la confusión del primer entrechoque, Skanderbeg y los suyos se pasan a la caballería de la Cruz de Cristo. Los turcos, heridos, vieron sorprendidos que su Generalísimo luchaba mano a mano con Hunyadi. Combatiendo con redoblado valor, obtuvieron la victoria.

Así, Skanderbeg recuperó el gobierno del territorio que le cabía legítimamente por herencia paterna. Las campanas de las iglesias volvieron a repicar. Albania católica estaba exultante viéndose liberada del yugo infiel, gracias a la protección especialísima de Nuestra Señora de Escútari, hoy conocida como Nuestra Señora del Buen Consejo.
(Continúa el relato en el próximo día de la Novena)
[Extraído con adaptaciones del Libro “Madre del Buen Consejo” – Mons. João S. Clá Dias, EP.]

† Un consejo para su vida:
“Tengamos una confianza sin límites y continua en la bondad de Ella, en todas las circunstancias, de todas las formas, diciendo: ‘Dios te Salve, Reina y Madre; Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, ¡Dios te Salve! ”

V/ ¡Ruega por nosotros, Madre del Buen Consejo!
R/ Para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
“Ave María” [Tres veces]
[Petición]

Oración para todos los días:
Oh Dios, que nos disteis por Madre, a la misma Madre de Vuestro amado Hijo, e hicisteis lucir su preciosa imagen con portentosa aparición, os suplicamos nos concedáis que, siguiendo sus Buenos Consejos, vivamos según Vuestro Corazón y alcancemos la Bienaventuranza Eterna. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

4º Día (20 de Abril)

Oración Inicial:
¡Oh mi Maestra, sapientísima Madre, del Buen Consejo!
Eis que aquí estoy como vuestro discípulo. Aconsejadme, como disteis vuestros Buenos Consejos a los dichosos Apóstoles, y a los primeros cristianos, que tuvieron la ventura de oírlos personalmente de Vos. Hacedme dócil a vuestras santas enseñanzas, para que yo sea un discípulo perfecto, y predilecto de vuestro Corazón, oh queridísima Madre del Buen Consejo. Amén.

“La Virgen de Escútari atiende a los ruegos de los soldados”

Skanderbeg era el aliento del pueblo, el ánimo en la lucha, la certeza de la victoria, el varón providencial, el defensor de la patria, el protegido de la Virgen bendita. Así se expresa Mons. Dillon: “Él amaba el Santuario de María con un amor dedicado y entusiasmado; y María, en retribución, hizo de él un modelo de perfección cristiana, además le dio un poder invencible que salvó no sólo a Albania sino también a la Cristiandad durante su reinado.” Muerto Skanderbeg, el héroe de Dios, se extinguió en Albania el ardor de la combatividad y de la Fe.
* * *
Escribe Mons. Dillon: “La devoción a Nuestra Señora se entibiaba aún en Escútari. La invasión turca, visible castigo del Cielo, no logró llamar al arrepentimiento a las masas populares.” Ante este cruel dilema, dos amigos, De Sclavis y Giorgio, valerosos soldados de Skanderbeg, todavía no sabían qué rumbo debían tomar. Se daban cuenta de la inminencia del peligro otomano, sabían que la Patrona de Albania era la gran vencedora de todas las batallas de Skanderbeg, su fiel devoto.
Arrodillados en la pequeña Capilla, sintieron en sus corazones un toque especial de la gracia. Se retiraron del Santuario radiantes de consolación. Ambos, en sueños, reciben la misma comunicación celestial se aparece la Virgen del Santo Fresco ordenándoles tomar todas las providencias, pues era necesario que dejasen aquel país, y Ella misma, en su Santa Imagen abandonaría Escútari para escapar de las manos sacrílegas de los turcos.
(Continúa el relato en el próximo día de la Novena)
[Extraído con adaptaciones del Libro “Madre del Buen Consejo” – Mons. João S. Clá Dias, EP.]

† Un consejo para su vida:
“Pedir a Nuestra Señora del Buen Consejo, como Madre Compasiva de todos los hombres, de los hombres desvariados, y que no saben cómo orientarse en determinada emergencia, que se compadezca de ellos, y les obtenga la gracia de la iluminación interior, de un discernimiento especial, de una palabra que les venga de un buen director, el consejo que desearíamos, el consejo que pediríamos, la solución que buscábamos y que es imposible.”

V/ ¡Ruega por nosotros, Madre del Buen Consejo!
R/ Para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
“Ave María” [Tres veces]
[Petición]

Oración para todos los días:
Oh Dios, que nos disteis por Madre, a la misma Madre de Vuestro amado Hijo, e hicisteis lucir su preciosa imagen con portentosa aparición, os suplicamos nos concedáis que, siguiendo sus Buenos Consejos, vivamos según Vuestro Corazón y alcancemos la Bienaventuranza Eterna. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

 

5º Día (21 de Abril)

Oración Inicial:

¡Oh mi Maestra, sapientísima Madre, del Buen Consejo!

Eis que aquí estoy como vuestro discípulo. Aconsejadme, como disteis vuestros Buenos Consejos a los dichosos Apóstoles, y a los primeros cristianos, que tuvieron la ventura de oírlos personalmente de Vos. Hacedme dócil a vuestras santas enseñanzas, para que yo sea un discípulo perfecto, y predilecto de vuestro Corazón, oh queridísima Madre del Buen Consejo. Amén.

“Sobre el mar, de Escútari a Genazzano”

Giorgio y De Sclavis, arrodillados y silenciosos rezaban. Sus miradas no se apartaban de la Imagen, que ocupaba la pared central del Santuario. Pero ocurrió que, de repente, el Fresco comenzó a desprenderse suavemente de la pared, y lo envolvió una nubecilla blanca y luminosa.
Una profunda emoción invadió a los dos guerreros cuando la Imagen envuelta por la nubecilla, comenzó a desplazarse hacia la puerta. Al dejar el santo recinto, se elevó un poco y continuó rumbo al mar. Giorgio y De Sclavis la acompañaban sin cansarse. Llegaron a las orillas del mar Adriático, a treinta kilómetros de Escútari. Nueva perplejidad. La nube indicaba que el recorrido sería en medio del rumor de las olas y entre los oleajes del mar. ¿Qué querría la Santísima Virgen, probarles la Fe?
Vieron estupefactos y eufóricos, que, al tocar las aguas con sus pies, las masas líquidas se transformaban en sólidos diamantes y, en cuanto dejaban de pisarlas, se licuaban de nuevo. Animosos, entonces, caminaron todo el día sin ser atormentados por la sed o por el hambre, abrasados por el calor o entumecidos por el frío. Y aquí también se dio otro milagro: ni siquiera se les pasó por la cabeza que necesitasen algo material. Su única y exclusiva preocupación era la Santa Imagen.
En esta épica travesía, guiados por la Estrella del Mar, recorrieron, no se sabe en cuántos días, los más de trescientos kilómetros que separan Albania de Italia.
(Continúa el relato en el próximo día de la Novena)
[Extraído con adaptaciones del Libro “Madre del Buen Consejo” – Mons. João S. Clá Dias, EP.]

† Un consejo para su vida:
“Hay algo misterioso en el Cuadro, por lo cual, el convivio con Nuestra Señora es tan sublime y elevado, que excluye cualquier forma de comunicación humana, o incluso angélica. Ella nos habla directamente al corazón. ¿Cómo? Conversando con nosotros a través de la mirada. El Buen Consejo que Ella nos trae está estampado en su mirada: afectuosa, maternal, seria, grave, inexorable y justa…”

V/ ¡Ruega por nosotros, Madre del Buen Consejo!
R/ Para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
“Ave María” [Tres veces]
[Petición]

Oración para todos los días:
Oh Dios, que nos disteis por Madre, a la misma Madre de Vuestro amado Hijo, e hicisteis lucir su preciosa imagen con portentosa aparición, os suplicamos nos concedáis que, siguiendo sus Buenos Consejos, vivamos según Vuestro Corazón y alcancemos la Bienaventuranza Eterna. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

 

6º Día (22 de Abril)

Oración Inicial:
¡Oh mi Maestra, sapientísima Madre, del Buen Consejo!
Eis que aquí estoy como vuestro discípulo. Aconsejadme, como disteis vuestros Buenos Consejos a los dichosos Apóstoles, y a los primeros cristianos, que tuvieron la ventura de oírlos personalmente de Vos. Hacedme dócil a vuestras santas enseñanzas, para que yo sea un discípulo perfecto, y predilecto de vuestro Corazón, oh queridísima Madre del Buen Consejo. Amén.

“La virtud de Petruccia atrajo a Genazzano la Santa Imagen de Escútari”

En la pequeña ciudad de Genazzano, vivía una piadosa viuda, militante de la Orden Tercera de San Agustín, la viuda Petruccia de Nocera, se distinguía por su ardorosa devoción a Mater Boni Consilii.


Como era un alma encendida de entusiasmo por la Cristiandad, las convulsiones del siglo XV, desvelaba ante sus ojos un panorama sombrío, que la afligía, esperando la intervención divina a lo largo de años contra toda esperanza, hasta el día que lo inverosímil se realizó: el Espíritu Santo la iluminó con una magnífica revelación: “María Santísima, en su Santa Imagen de Escútari, quiere irse de Albania”.


Fiel a la celestial aparición, Petruccia comenzó a preparar todo lo necesario para la reconstrucción de la Capilla de Nuestra Señora del Buen Consejo, dejándola en condiciones de acoger a la Santa Imagen, donando inclusive la casa en que vivía, a fin de aumentar el tamaño de la nueva Iglesia. Sobre sus hombros cayeron las burlas y sarcasmos de los escépticos.
En esa época, los mercadillos los montaban en la plaza Santa María. La compacta muchedumbre que llenaba la plaza se sintió de súbito sorprendida al oír oleadas de celestiales armonías. La multitud embelesada con los ojos alzados al Cielo vió un esplendor que oscurecía el sol, una hermosa nube blanca que iba descendiendo lentamente. En el mismo instante las campanas comenzaron a tocar, y vieron una imagen de Nuestra Señora con el Niño Jesús, exclamando todos: “¡Viva María!” “¡Viva Nuestra Madre del Buen Consejo!” “¡Un Milagro!”
* * *
Giorgio y De Sclavis oyeron hablar de la milagrosa aparición. Con numerosos peregrinos fueron a Genazzano, y no pudieron contener su alegría al encontrar a la Virgen que habían perdido de vista.
[Extraído con adaptaciones del Libro “Madre del Buen Consejo” – Mons. João S. Clá Dias, EP.]

† Un consejo para su vida:
“Nadie puede ser verdadero hijo de Nuestra Señora sin que su alma haya alcanzado el ápice de la confianza. ¿Qué ápice es ése? Miremos una ves más la imagen, allí encontraremos la respuesta: ¡ese ápice son los brazos maternales de María!”

V/ ¡Ruega por nosotros, Madre del Buen Consejo!
R/ Para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
“Ave María” [Tres veces]
[Petición]

Oración para todos los días:
Oh Dios, que nos disteis por Madre, a la misma Madre de Vuestro amado Hijo, e hicisteis lucir su preciosa imagen con portentosa aparición, os suplicamos nos concedáis que, siguiendo sus Buenos Consejos, vivamos según Vuestro Corazón y alcancemos la Bienaventuranza Eterna. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

7º Día (23 de Abril)

Oración Inicial:
¡Oh mi Maestra, sapientísima Madre, del Buen Consejo!
Eis que aquí estoy como vuestro discípulo. Aconsejadme, como disteis vuestros Buenos Consejos a los dichosos Apóstoles, y a los primeros cristianos, que tuvieron la ventura de oírlos personalmente de Vos. Hacedme dócil a vuestras santas enseñanzas, para que yo sea un discípulo perfecto, y predilecto de vuestro Corazón, oh queridísima Madre del Buen Consejo. Amén.

“Un buen consejo define el futuro de la Cristiandad…”

Nuevos vientos de Cruzada… San Pío V veía que era urgente un ataque conjunto de las fuerzas de las naciones católicas contra la invasión turca, que amenazando a la Cristiandad por mar desde el Adriático y por tierra a través de los Balcanes, intentaban quebrar la Europa católica. Era el Pontífice un gran devoto de la Madre del Buen Consejo a quien “imploraba siempre luz y sabiduría”. Con este auxilio, se formó la Santa Liga entre España, Venecia, Génova y los Estados Pontificios. San Pío V nombró comandante supremo a Don Juan de Austria, y escogió como jefe de la armada pontificia a un príncipe italiano, Marco Antonio de Colonna, que había vivido a la sombra del Santuario de Genazzano.


Embarcaron las tropas, y en medio del rumor de las aguas, llegó la noticia de que el número de galeras de la armada turca ascendía con más de un tercio de ventaja. Andrea Doria, jefe de la escuadra de Génova, en nombre del sentido común aglutina a los que deseaban evitar la lucha. El Príncipe de Colonna, gran devoto de la Madre del Buen Consejo, intervino defendiendo con vigor la necesidad de actuar inmediatamente, pues era el deseo del Santo Padre…
Inspirando el buen consejo de atacar, María Santísima dio la victoria a los católicos el 7 de octubre de 1571. En el mismo instante del triunfo, Ella revela el milagro ocurrido a San Pío V.
[Extraído con adaptaciones del Libro “Madre del Buen Consejo” – Mons. João S. Clá Dias, EP.]

† Un consejo para su vida:
“Es infinito el caleidoscopio de paradojas que, en este Fresco, nos sugiere la consideración de la relación entre Nuestra Señora y su Divino Hijo. En esta unión entre Madre e Hijo, hay una intimidad y una profundidad que sorprenden y atraen. […] El fiel se siente atraído para entrar en lo acogedor y apaciguador de esta mirada.”

V/ ¡Ruega por nosotros, Madre del Buen Consejo!
R/ Para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
“Ave María” [Tres veces]
[Petición]

Oración Final:
Oh Dios, que nos disteis por Madre, a la misma Madre de Vuestro amado Hijo, e hicisteis lucir su preciosa imagen con portentosa aparición, os suplicamos nos concedáis que, siguiendo sus Buenos Consejos, vivamos según Vuestro Corazón y alcancemos la Bienaventuranza Eterna. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.


8º Día (24 de Abril)

Oración Inicial:
¡Oh mi Maestra, sapientísima Madre, del Buen Consejo!
Eis que aquí estoy como vuestro discípulo. Aconsejadme, como disteis vuestros Buenos Consejos a los dichosos Apóstoles, y a los primeros cristianos, que tuvieron la ventura de oírlos personalmente de Vos. Hacedme dócil a vuestras santas enseñanzas, para que yo sea un discípulo perfecto, y predilecto de vuestro Corazón, oh queridísima Madre del Buen Consejo. Amén.

“La ‘Gracia de Genazzano’ y la ‘sonrisa-promesa’ de la Madre del Buen Consejo”

El Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, maestro y formador espiritual de Mons. João Clá Dias, fundador de los Heraldos del Evangelio, conoció la invocación de la Madre del Buen Consejo cuando aún estaba en los primeros cursos del Colegio San Luis, de los Sacerdotes Jesuitas, en San Pablo, Brasil; el joven Plinio, siempre iba a rezar delante del Cuadro de María, implorando fuerzas para perseverar en la gracia de Dios.
* * *
Pasaron las décadas, y el Prof. Plinio fundó un movimiento de católicos para defender los derechos de la Santa Iglesia y de la Civilización Cristiana, el cual, a lo largo del tiempo, creció favorablemente. No obstante… Poco tiempo después, prometedoras vocaciones cayeron en una terrible crisis espiritual. El Prof. Plinio, aprensivo, temía que su obra se derrumbara, mientras tanto, cada día empeoraba más su salud, constatando una grave diabetes, viendo él que la muerte lo acechaba.
* * *
En plena convalecencia, algunos amigos suyos, le llevaron de Genazzano una estampa de Nuestra Señora del Buen Consejo. ¡Oh maravilla! En aquel instante, la figura de María Santísima expresaba una inefable y maternal dulzura que lo confortaba, infundiendo en su alma la convicción de que no moriría sin haber realizado la obra deseada; recomponiendo, además su salud de modo sorprendente.
[Extraído con adaptaciones del Libro “Madre del Buen Consejo” – Mons. João S. Clá Dias, EP.]

† Un consejo para su vida:
“Por mayores que sean las preocupaciones, angustias o probaciones que asalten, basta arrodillarse delante del prodigioso Cuadro y todo se aclara, se ordena en el espíritu. […] ¡Con un encuentro, una mirada, está todo dicho, todo entendido! ”

V/ ¡Ruega por nosotros, Madre del Buen Consejo!
R/ Para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
“Ave María” [Tres veces]
[Petición]

Oración Final:
Oh Dios, que nos disteis por Madre, a la misma Madre de Vuestro amado Hijo, e hicisteis lucir su preciosa imagen con portentosa aparición, os suplicamos nos concedáis que, siguiendo sus Buenos Consejos, vivamos según Vuestro Corazón y alcancemos la Bienaventuranza Eterna. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

9º Día (25 de Abril)
 
Oración Inicial:
¡Oh mi Maestra, sapientísima Madre, del Buen Consejo!
Eis que aquí estoy como vuestro discípulo. Aconsejadme, como disteis vuestros Buenos Consejos a los dichosos Apóstoles, y a los primeros cristianos, que tuvieron la ventura de oírlos personalmente de Vos. Hacedme dócil a vuestras santas enseñanzas, para que yo sea un discípulo perfecto, y predilecto de vuestro Corazón, oh queridísima Madre del Buen Consejo.
Amén.
† Un consejo para su vida:
“¿Qué te pide la Madre del Buen Consejo? Tan sólo una cosa: que te acuerdes de ella en todas tus dificultades.”
V/ ¡Ruega por nosotros, Madre del Buen Consejo!
R/ Para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
“Ave María” [Tres veces]
[Petición]
Oración Final:
Oh Dios, que nos disteis por Madre, a la misma Madre de Vuestro amado Hijo, e hicisteis lucir su preciosa imagen con portentosa aparición, os suplicamos nos concedáis que, siguiendo sus Buenos Consejos, vivamos según Vuestro Corazón y alcancemos la Bienaventuranza Eterna. Por Cristo Nuestro Señor.
Amén.
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