ORACIÓN INICIAL
PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh dignísimos abuelos de Cristo, Joaquín y Ana! Yo, miserable pecador, tengo grandísima confianza en vuestros méritos y seguro amparo, sabiendo que nada os negarán vuestro nieto e hija, Jesús y María. Y pues al presente me hallo con un singular anhelo y grave necesidad, he propuesto eficazmente implorar vuestro patrocinio, durante esta Novena, ofreciendo cada día alguna devoción a honra vuestra, para que por vuestra intercesión consiga yo el consuelo que deseo de la divina misericordia, siendo mi fin principal y lo que sinceramente pretendo, la mayor gloria de Dios y la salvación de mi alma. Quiera Su Divina Majestad, por vuestros altos merecimientos, escuchar piadosa mis ruegos, permitir que después de esta Novena logre yo lo que en ella fervorosamente le pido. Amén.

DÍA PRIMERO

Oración. ¡Os recuerdo, ¡oh dichosísimo par, Joaquín y Ana!, el jubilo que sentisteis cuando el arcángel Gabriel os reveló la cercanía del deseado Mesías y de vuestro casamiento; por esto os suplico me alcancéis de Dios lo que pido en esta Novena.

Petición. Tres Padrenuestros, tres Avemarías y tres glorias.

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DÍA SEGUNDO

Oración. Os recuerdo, ¡oh dichosísimo par, Joaquín y Ana!, el sumo gozo que tuvisteis cuando se cumplió vuestro santo casamiento; y por él os suplico me alcancéis de Dios paciencia en mis aflicciones y sosiego espiritual del alma, con lo que pido en esta Novena.

Petición. Tres Padrenuestros, tres Avemarías y tres glorias.

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DÍA TERCERO

Oración. Os recuerdo, ¡oh dichosísimo par, Joaquín y Ana!, el consuelo con que oísteis del arcángel Gabriel el término de vuestra esterilidad y la elección para ser padres de María Santísima; por él os suplico alentéis mi triste corazón y me alcancéis piedad de vuestro dulcísimo nieto Jesús, con lo que pido en esta Novena.

Petición. Tres Padrenuestros, tres Avemarías y tres glorias.

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DÍA CUARTO

Oración. Os recuerdo, ¡oh dichosísimo par, Joaquín y Ana! el regocijo que os causó la Concepción Purísima de María; y por él os suplico me alcancéis de Dios gracias para servirle, según la obligación, de mi estado, y lo que pido en esta Novena.

Petición. Tres Padrenuestros, tres Avemarías y tres glorias.

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DÍA QUINTO

Oración. Os recuerdo, ¡oh dichosísimo par, Joaquín y Ana!, el contento con que visteis nacida a María Santísima, hija vuestra, y por él os suplico me alcancéis de Dios una perfecta resignación a su divina Providencia, y lo que pido en esta Novena.

Petición. Tres Padrenuestros, tres Avemarías y tres glorias.

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DÍA SEXTO
Oración. Os recuerdo, ¡oh dichosísimo par, Joaquín y Ana!, el alivio que recibisteis teniendo en vuestros brazos a, María Santísima; y por él os suplico me alcancéis de Dios un verdadero dolor de todas mis culpas, y lo que pido en esta Novena.

Petición. Tres Padrenuestros, tres Avemarías y tres glorias.

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DÍA SÉPTIMO

Oración. Os recuerdo, ¡oh dichosísimo par, Joaquín y Ana, el gusto con que ofrecisteis a vuestra hija en el Templo al servicio de Dios, y por él os suplico me alcancéis de su Divina. Majestad un sincero amor suyo, y lo que pido en esta Novena.

Petición. Tres Padrenuestros, tres Avemarías y tres glorias.

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DÍA OCTAVO

Oración. Os recuerdo, ¡oh dichosísimo par, Joaquín y Ana!, la gloria que os colmó cuando el arcángel Gabriel os reveló que de vuestra Hija Santísima nacería el deseado Mesías; por ella os suplico me alcancéis de él una ardiente caridad del prójimo y lo que pido en esta Novena.

Petición. Tres Padrenuestros, tres Avemarías y tres glorias.

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DÍA NOVENO

Oración. Os recuerdo, ¡ oh dichosísimo par, Joaquín y Ana!, el júbilo, gozo, consuelo, regocijo, contento, alivio, gusto y gloria inefable con que al presente estáis viendo para siempre a sus dulcísimos nieto e hija, Jesús y María; por esta dicha os suplico me alcancéis una muerte feliz en gracia suya, y lo que he pedido en esta Novena.

Petición. Tres Padrenuestros, tres Avemarías y tres glorias.

 

ORACIÓN FINAL
PARA TODOS LOS DÍAS

Con humilde y devoto corazón llego hoy por la primera (segunda, tercera etc.) vez a vuestra presencia, ¡oh gloriosísimos abuelos de Jesucristo, Joaquín y Ana: confiado os suplico seáis mis fieles intercesores para con Dios, a fin de que por vuestras heroicas virtudes me conceda lo que tanto deseo y vos no ignoráis. ¡Oh dichosísimo par, Joaquín y Ana, grandísima es la confianza que en vos tengo, creyendo que el clementísimo Dios no podrá negarse a mis instancias si os dignáis de patrocinarlas y recomendarlas con una sola palabra, pues a medida de la soberana honra con que el eterno Padre os ha ensalzado entre todos los demás santos para dignísimos abuelos de su Unigénito, será en el trono de su misericordia poderoso vuestro amparo, y dichosos vuestros devotos! Si el Hijo os aventajó, hasta admitiros por gloriosos padres de su Madre Santísima no puede dejar de escucharos ahora en el cielo, cumpliendo vuestras intercesiones; y si el Espíritu Santo os ha reconocido por tan rectos, que entre todos los justos de la ley antigua os escogió por manantiales de la gracia, ¿cómo os rehusará la que ahora pidiereis para mí, pobre pecador? Y finalmente, si la Santísima Trinidad os ha honrado en la tierra, más que a otros santos, sin duda ahora en el cielo querrá complaceros y acceder a vuestra súplica. Por esto vivo seguro, ¡oh santos protectores míos, Joaquín y Ana! de que rogando vos por mí infaliblemente, seré consolado en mi trabajo. Oidme, piadosos abogados míos, y rogad a Dios por mí. Llegad confiados al trono de la Santísima Trinidad, representando mi aflicción con palabras lastimosas, y lo que merecisteis en la tierra, y pedidle por su infinita bondad que tenga misericordia de mí. ¡Oh amantísimos, benignísimos y clementísimos patronos míos, Joaquín y Ana, oid mi oración, alcanzándome lo que pido; proponed mí necesidad! Os la encomiendo de lo más profundo de mi corazón y ruego que os acordéis piadosísimamente de ella. Hablad a vuestro dulcísimo Nieto una sola palabra cariñosa por mí, diciendo: Amantísimo Jesús, en nuestra contemplación apiadáos de ese humilde pecador, y concededle lo que tan fielmente solicita. Escuchadle por la mucha confianza que en nosotros tiene puesta, sin permitir que se vaya desconsolado.

Fuente: devocionario católico

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